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Los gatos, las otras víctimas del coronavirus

 

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Que el miedo, ansiedad o depresión son consecuencias del confinamiento no justifica en ningún caso el maltrato animal. El cansancio del encierro, la sensación de miedo a una situación jamás vivida, especialmente entre los más jóvenes, que hasta ahora han vivido sin complicaciones importantes, pueden llevar a las personas a tomar medidas irracionales, al dejarse llevar por emociones extremas, como señalan los psicólogos. Se sabe que algunas mascotas han sido arrojadas por las ventanas ante el temor irracional a enfermar por su compañía.

Por Almudena NEGRO

 

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Y es que nuestras mascotas también están sufriendo la pandemia que tiene confinada a la población mundial. En China, en plena crisis en Wuhan, los refugios de animales no dieron abasto ante el número de perros y gatos que fueron cruelmente abandonados por sus dueños, ante el temor de la transmisión del virus. La mayoría de ellos fueron sacrificados.

Pues bien, en nuestro país, y pese a los múltiples llamamientos hechos en medios de comunicación explicando que la transmisión gato-persona del COVID-19 carece de cualquier base científica, lo cierto es que son innumerables las mascotas abandonadas. Un bulo que en el caso de los gatos tiene su origen en Bélgica, el de la posibilidad de que tu gato te contagie, que el gobierno se debería de esforzar en desmentir.

Es verdad que los gatos pueden sufrir un tipo de coronavirus, como explicamos el mes pasado en LADRIDOS, pero no es menos cierto que no tiene nada que ver con el temido COVID-19. La única medida excepcional a aplicar sería limpiar con gel desinfectante la almohadilla de sus patas, en el caso de que salgan al exterior. Desde la Organización Colegial Veterinaria informan que “no es necesario por el momento tomar nuevas medidas en el contacto con animales”. Lo cierto es que a nivel mundial se han detectado muy pocos casos de animales domésticos con síntomas de COVID-19 y que, como decíamos antes, no existe evidencia científica alguna de que puedan transmitir la enfermedad a su dueño.

Si el gato convive con una persona infectada por COVID-19, los expertos recomiendan tratar de dejar a la mascota al cuidado de otras personas y lavarse bien las manos antes y después del contacto con el gato. Aun así, y para nuestra tranquilidad, desde la Organización Colegial Veterinaria avisan que no dejaran de analizar “al detalle cómo puede afectar a los animales en su relación con el ser humano, ya que al ser una enfermedad emergente muy reciente y aún poco conocida, es posible cualquier cambio en la transmisión o diagnóstico de la enfermedad, y, por tanto, las recomendaciones se pueden actualizar en función de nuevas pruebas científicas”.

 

En Gran Bretaña, por su parte, la Asociación Británica de Veterinarios aconseja mantener, en viviendas en donde haya personas infectadas, a los felinos recluidos en los domicilios, para evitar “cualquier riesgo de que las mascotas sean portadoras del virus en su pelaje”. En cualquier caso, la recomendación vuelve a ser el lavado concienzudo de manos.

Tu presencia, un factor de estrés

Por cierto, para los gatos, controladores como nadie, puede llegar a ser muy estresante el confinamiento, ya que la presencia de personas las 24 horas del día rompe su rutina. Ellos, digámoslo así, también notan que algo extraño sucede. Algo que les obliga, de repente, a vivir con su dueño todo el día. Y es que los gatos toleran muy mal los cambios. Son animales independientes y muy territoriales, a los que les gusta pasar tiempo solos. ¿Nunca has tenido la sensación de que tu gato cree que el invitado en casa eres tú?

Pues el estrés puede tener graves repercusiones en tu mascota. Puede aumentar su ansiedad, e incluso convertirlo en un animal agresivo que rehúya a las personas, muerda y arañe. Puede tener problemas en la piel, la vejiga o ponerse a hacer sus necesidades fuera del arenero. Puede comenzar a asearse de forma obsesiva o sufrir enfermedades infecciosas o autoinmunes, alopecia o asma. Puede ser también que intente huir de ti para estar a solas o que le provoque trastornos alimenticios como la pérdida de apetito o el que se lance a comer como si no hubiera un mañana. En algunos casos observarás que tu gato se pone a ingerir objetos con comestibles o que le da por marcar todas las paredes, sofás y muebles grandes en forma de arañazos verticales con sus uñas.

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¿Qué hacemos si estamos en este caso? Pues tenemos que ir introduciendo los cambios en las rutinas poco a poco, evitando forzar situaciones. Por supuesto, deberemos de respetar su espacio y sus rutinas. Que se vaya adaptando poco a poco a la nueva situación. Una buena idea es hacerse con un árbol de gatos o una fuente de agua. Algo que le ayude a romper el aburrimiento. También las feromonas felinas en difusor o aerosol pueden contribuir a aliviar su tensión. Sea como fuere, recuerda que para él también son días complicados.

 

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