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Rebaño de zaguates

Zaguates

Si existe un paraíso para perros abandonados, ese lugar en la tierra está en Costa Rica. Allí tendrán una plácida vejez en libertad y en compañía de otros cientos de zaguates. Hace doce años, Lya Batlle, maestra retirada, comenzó un proyecto para dar un hogar permanente a la multitud de perros mestizos abandonados en su país, Costa Rica. Hoy son alrededor de 1.300 los que viven en su finca, Territorio de zaguates, un lugar en el que encontraron su hogar y en el que la mayoría vivirá sus últimos años en familia. Esta innumerable familia sobrevive gracias a la generosidad de numerosos donantes anónimos de todo el mundo. De ella, solo algunos tendrán la suerte (o no) de ser adoptados. 

Por Miguel PELE

Asomarse a las laderas salvajes de esta finca supone ver a cientos y cientos de perros mestizos o callejeros (zaguates en Costa Rica) viviendo en semilibertad y conviviendo como si de un enorme rebaño se tratase. La inmensa mayoría son animales abandonados y posteriormente recogidos de la calle. Otros son directamente llevados a este refugio, que comenzó su andanza hace doce años en una vivienda particular. Pero lentamente el grupo fue creciendo y ya no había sitio en ella, así que decidieron trasladar el refugio a una finca heredada de su abuelo. “Subimos a la finca más de cien perros, de los que actualmente aún quedan tres. Ellos aprendieron a vivir en manada e iban enseñando a los demás a comportarse”, cuenta Lya Batlle, cofundadora del refugio junto a su esposo. “Cuando alguno tiene problemas de rivalidad con otro, se le regaña y con un par de voces ahí queda todo. Al estar juntos todo es de todos, nada es de nadie y todos se aguantan. Ellos mismos aprenden a comportarse con ellos y, aunque ha habido casos de rivalidad y hay que tener cuidado con ellos, con el tiempo se atenúa porque tienen que convivir, no les queda otra”, matiza Lya.
El lugar elegido es una finca que antiguamente se dedicaba a lechería, por lo que las instalaciones se fueron adaptando para su nuevo uso: un hogar para un enorme “rebaño” de perros abandonados. En él hay entre cinco y ocho trabajadores, generalmente procedentes de Nicaragua, que viven en antiguas casas que había en la finca. Ellos están las 24 horas del día al cuidado de todos estos zaguates, libres por el día y en un gran encierro comunal por la noche, por su seguridad “porque por la finca aparecen animalitos o pájaros y correrían detrás de ellos y sería difícil encontrarlos en esa oscuridad y correríamos el peligro de que se perdiesen”.
Cuando se incorpora un perro nuevo lo ponen aparte, como en cuarentena, en la que permite que se vean con los demás a través de una malla, pueden olerse y estar cerca. Lentamente se les saca con una correa para que vayan interactuando con un pequeño grupo y conozcan el recorrido. Cuando se sienten cómodos y menos asustados se les va soltando y este proceso dura entre una y tres semanas, dependiendo del perro.
Durante el día están libres, abren los portones y deambulan por entre los árboles o pasean en grandes grupos con sus cuidadores y pasan el resto del día como todos los perros, a veces corriendo y muchas otras durmiendo. Tienen diferentes espacios techados donde resguardarse, pues en la montaña llueve mucho.
Lo más impresionante de esta situación es el momento de la comida. Son más de 500 kg diarios de pienso para perros los que se reparten entre la incontable jauría. Los operarios disponen los 18 sacos de alimento, los dejan abiertos y preparados para verterlos en un largo canal de riego que usan como comedero. A la orden, lo esparcen simultáneamente y todos los perros se disponen a comer. “Primero echamos seis sacos y acuden rápidamente los más extravertidos y tragones. Los miedosos o enfermitos se quedan esperando alejados del bullicio. Por eso se esparcen primero seis sacos, llegan los más fuertes y comilones, poco a poco se van alejando y llegan otros. Volvemos a echar otros seis sacos. Y el resto se vuelve a esparcir para que nos aseguremos que todos comieron. Algunos son tan chanchos que vuelven dos o tres veces y, sobre todo, para los tímidos, viejitos o enfermos”, nos cuenta Lya.
Mantener toda esta infraestructura no es nada barato. Se cuenta con la finca, pero hay que dar de comer y preocuparse de la salud de esta innumerable colonia. Para ello cuentan con donaciones procedentes de particulares o empresas de todo el mundo. Muchas personas hacen donación económica y las empresas, en especie. Por ejemplo, “una empresa de alimentos para perros dona 6 toneladas al mes para la manutención de estas mascotas, pero a pesar de la enorme cantidad, resulta insuficiente”. Otras donan material sanitario, medicamentos, colaboran con precios especiales en servicios veterinarios… Porque aquí todos los zaguates que entran “son castrados y tratados con vitaminas para que se recuperen o con medicamentos especiales para sus enfermedades y todo eso hay que pagarlo, aunque los doctores nos hacen precio especial cuando tenemos que castrar un gran número de machos”.
Se realizan visitas guiadas a las instalaciones, totalmente gratuitas, incluso acompañadas de sus mascotas. En ellas recorren las instalaciones, caminan por los senderos, se meten en los ríos y se relacionan con la manada. Al principio están un poco tímidos, aunque luego se sueltan y se lo pasan de maravilla, “parece como una fábula”. En ocasiones se produce alguna adopción “prefiero que sea de gente que llega hasta la finca y conozca a los animales, aunque siempre digo que es un periodo de prueba. Suele haber entre tres y cinco adopciones por semana, si bien alguno vuelve antes de tres meses. Les insisto que si el perro no se adapta que nos lo devuelvan, que no lo abandonen ni lo den a otra persona. Aquí siempre tendrán su hogar”.
“Nuestro propósito siempre ha sido ofrecerles la mejor vida por el tiempo que les quede. La mayoría de nuestra población son perritos muy viejos, los que más abandona la gente o perritos muy enfermos. A ninguno le podemos dar la garantía de que lo vamos a poder dar en adopción, pero le tratamos de dar por lo menos un día un bonito rato. Cuando alguno muere siempre tenemos una zona donde los enterramos. Ahí debajo de árboles y llevamos el registro de los animales, el número… Aunque todos tienen nombre se les asigna un número para poder dar fácilmente con él”, finaliza Lya Batlle

Los gastos del “Territorio”
- La comida para completar la que dona la empresa de alimentos, 7.000 $ semana.
- Los medicamentos inyectables por heridas o infecciones, las vitaminas y proteínas para los que llegan desnutridos... 2.000-2.500 $
- Los veterinarios que se encargan de la castración (12-17$ precio especial por perro) y los extras de aquellos que enferman, llegan con erliquia o hay que operar.
- Contratar camiones para las ferias en las que se promueve la adopción y personal que se encargue 170-250 $
- Mantenimiento de las instalaciones, cheniles, ampliación, limpieza, canalizaciones, vallado para la zona comunal, caminos forestales e imprevistos,
5 $ al mes por perro.
- Sueldo de los empleados, profesionales que trabajan con vocación de servicio y mucho amor.

Algunos inquilinos

-Lisi fue atropellada y llegó al centro sin poder caminar. Después de recibir tratamiento de acupuntura hoy solo tiene problemas en una patita. Sigue en terapia.
-Chocoleta también fue atropellada por motoristas, que le produjeron parálisis en miembros traseros. A pesar de todo, prefiere moverse por sí misma en lugar de silla de ruedas y no se detiene ante ningún obstáculo.
-América es una pitbull abandonada, llegó a Territorio porque se pusieron en contacto con ellos. Tras cinco meses de adaptación vive feliz con la manada. Tan solo se le separa para comer, pues aún no aprendió a compartir.
-Bolitas, con 15 años, hace meses fue abandonado por su familia porque le salieron “bolas” (tumores cancerígenos). Se trató con quimioterapia, que no le dejó secuelas, pero necesita medicación de por vida.
-Ramona perdió sus patas delanteras, aplastadas por un autobús. Casi dada por muerta, llegó all centro y la operaron. Hoy sigue ingresada, se está recuperando y podrá caminar con ayuda de prótesis o silla de ruedas.

Todos merecen una segunda oportunidad. Ayúdalos.

Perros en Costa Rica:

TOTAL1.320.310 ; 1,8 por hogar, 3 por 10 personas
RAZAS : 45% zaguates, 10% podle, 6% chihuahua, 5% american stafford, 34% otras razas
FINALIDAD: 46% compañía/guarda, 44% compañía,10% guarda

ADQUISICIÓN: 46% regalo, 23% compra, 13% recogidos en la calle, 10% nacieron en casa, 8% adoptados
VIVEN: Día: 51% jardín, 36% casa, 12% atados, 1% calle Noche: 83% patio, 12% calle, 5% casa.
CHIP: 28% sí, 72% no
VETERINARIO: 63% último año, 48% vacunados
PASEO: 65% dueño, 18% solos, 17% nunca

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