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El rastro que salva la vida

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La angustia y el dolor de una familia que llama al 112 porque su hijo se ha perdido se traslada en segundos a los 16 perros y sus 18 guías de la unidad de rescate y salvamento de Burgos, Grem. Se movilizan en menos segundos todavía y acuden al lugar todos a los que su trabajo se lo permite, ya que son voluntarios y cada uno tiene  su profesión. Parcelan el lugar de búsqueda y, guía y perro, ventean para asegurar al 100 por cien que en sus hectáreas adjudicadas no hay nadie. Cada equipo descarta una zona, y van avanzando hasta que aparece la persona. Los perros confían al mil por cien en su guía, y el trabajo en equipo es lo que les lleva al éxito en la Comunidad más envejecida de España, donde estos perros suelen buscar a ancianos que se pierden. 

Por E. IGLESIAS

El sentido del olfato de los perros es de 10.000 a 100.000 veces mayor que el de lo humanos. Esto, unido a su sentido de lealtad con su guía y un entrenamiento constante desde cachorros, los lleva a ser el animal ideal en tareas de búsqueda y rescate de personas desaparecidas tanto en catástrofes como terremotos, avalanchas o riadas, como en casos de gente que se pierde o por su corta edad o porque está desorietanda a causa de cualquier enfermedad unida a la vejez.

En Burgos, desde hace 21 años hay un grupo de rescate y salvamento, el Grem, donde 16 voluntarios junto a 18 perros trabajan al unísono con la operativa del 112 que es quien los moviliza cuando es necesario. Aquí todo empieza con los perros desde pequeños, “los seleccionamos en la camada, analizamos a sus abuelos, a sus padres, seleccionamos al individuo y cuando tiene un par de meses ya viene a nuestras instalaciones, 24 hectáreas de terreno en un entorno súper natural, donde lo primero que hacemos con ellos es ir adaptándolos a los terrenos y situaciones que luego van a tener que trabajar de mayor”, indica a LADRIDOS, Álvaro Martín, responsable del grupo. Los perros siempre entrenan y trabajan como algo divertido para ellos, es como un juego, siempre “el estado del perro para nosotros es lo primero en el entrenamiento, todo es como un juego, incluso encontrar a una persona, aunque no esté viva para ellos es un premio”, matiza.

En estas instalaciones hay 16 perros, dos de ellos “abueletes” que ya no salen a trabajar. Porque este grupo se diferencia de otros en que aquí los perros están hasta el final de sus días, nunca los abandonan aunque se acabe su “etapa profesional”. “Nunca los cedemos ni nada de eso, llevamos 21 años aquí y son 21 años que nuestros perros siempre han estado con nosotros”,

El grupo funciona con un convenio con la Junta de Castilla y León y otro con el Ayuntamiento de Burgos, lo que les permite mantener las instalaciones y a sus perros.

“Tenemos que estar súper compenetrados con nuestro perro, trabajamos cada uno con un perro, aunque somos voluntarios venimos a las instalaciones todos los días, los sacamos, les damos de comer, los entrenamos...”.

En los 21 años de existencia casi todas sus salidas son a buscar personas mayores que se han perdido.

En el último año y medio por primera vez han salido a buscar a niños, fue en tres ocasiones. “El momento más duro fue cuando se derrumbaron dos edificios en Burgos, localizamos a cinco personas con vida y a nueve muertos. Y el de más miedo, una ventisca en la montaña que nos cortaba la cara y no pudimos avanzar en la nieve”.

Hace 21 años comenzaron con sus perros particulares. Hoy día tienen pastor belga malinois y pastor alemán, además de un labrador que han incorporado hace cuatro días por “probar algo nuevo”

La reivindicación

En España el 90 por ciento de los equipos de recate que trabajan en unión con el 112 de emergencias está formado por voluntarios. Esto no significa que no sean profesionales, ya que la mayor parte de estos grupos apostaron por un modelo de formación. El Grem, a través de un acuerdo con la Universidad de Burgos, tiene un plan que incluye 700 horas de formación única y exclusivamente para entrar en el equipo. Ser voluntarios conlleva el hándicap de que todos tienen otras profesiones, lo que claramente suma un plus de sacrificio en el desarrollo de esta labor. A diario sacan tiempo de debajo de las piedras para entrenar con sus perros. 

El método de trabajo

El perro de rescate se usa fundamentalmente para buscar personas bajo los escombros, en avalanchas de nieve o de barro o en campo abierto. La creencia generalizada es que a este tipo de perros se le da a oler alguna prenda de la persona desaparecida y sale como un rayo en su búsqueda.

Pero su trabajo no es así. La principal actividad de este tipo de can es el “venteo” que consiste en ir oliendo parcelas delimitadas de tierra y asegurar al 100% que allí no hay nadie. Tras el primer perro, viene el segundo, que “despeja” una segunda parcela, así sucesivamente hasta que se da con la persona que se busca, en el mejor de los casos, o se determina una gran zona donde no hay nadie. Esto exige un entrenamiento duro y constante y una compenetración sin igual con su guía.

Los canes aprenden desde cachorros a localizar con su olfato las partículas humanas que hay en el aire, de tal forma que llega a discernir los olores que “vuelan” de las personas que están en superficie de los olores de las personas que no se ven. Trabajan sueltos, por lo que la unión con su guía es mayor que en otros tipos de trabajo. 

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