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La socialización, en boca de todo el mundo (y no es para menos debido a su gran importancia), es una etapa del desarrollo fundamental en la que tenemos la oportunidad de prevenir futuros problemas de comportamiento en nuestro perro. Queremos destacar que no hay que confundir la socialización con un perro sociable o amistoso, porque la socialización es una etapa del desarrollo, no un rasgo comportamental. 

Por Kipeek Educación Canina
Se trata de una etapa dentro de las fases del desarrollo del cachorro, que abarca desde las 3 semanas hasta las 12-16 semanas, en la que debemos habituarlo a todos los estímulos que se irá encontrando en su día a día, como pueden ser niños, ancianos, otros perros, personas con uniforme o accesorios como bastones, personas con distintos tonos de piel y rasgos físicos, gatos u otros animales, ambientes y ruidos (coches, motos, camiones…), superficies y texturas, y todo lo que se nos ocurra que pueda ser importante en su vida adulta.
Esta habituación a tantos estímulos es fundamental para prevenir problemas de comportamiento en el futuro como miedos y fobias o agresividad, entre otros. Se debe hacer en este momento porque los cachorros tienen más facilidad para acostumbrarse a los estímulos, ya que no muestran respuestas de huida o evitación debido a las inmensas ganas de explorar que tienen. ¡Podríamos afirmar que todavía no conocen el miedo!
Así pues, debemos aprovechar esta ventana temporal en la que apenas muestran miedo, junto con sus intensas ganas de explorar, para presentarle paulatinamente estímulos nuevos y conseguir que sean experiencias positivas. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la intensidad del estímulo debe ser la adecuada y que la exposición debe ser gradual, porque si nos pasamos, corremos el peligro de conseguir justamente el efecto contrario. Es mejor unas cuantas experiencias buenas, que muchas negativas.¡Manos a la obra!
Hay que realizar la socialización de forma progresiva, habituando al cachorro a diferentes estímulos poco a poco y controlando el entorno en la medida de lo posible para no exponerlo a situaciones demasiado intensas que no sepa gestionar o que le provoquen miedo. Debemos evitar pasarnos de la raya para no realizar una hiperestimulación, ya que un exceso de estimulación también genera problemas. Por ejemplo, si queremos socializar a nuestro cachorro con el ruido del tráfico, probablemente no sea una buena idea llevarlo el primer día delante de la carretera más transitada y ruidosa de la ciudad.
Hacemos hincapié en la importancia de esta etapa porque nos ayuda a conseguir que el cachorro crezca en un perro adulto equilibrado, capaz de gestionar cualquier tipo de situación y los estímulos nuevos que se vaya encontrando.
Para asegurarnos de que el cachorro reciba una buena socialización, son ideales las clases para cachorros. En estas clases se les presentan estímulos cotidianos que se encontrarán en un pueblo o ciudad y l se les enseña a gestionarlos correctamente, además de realizar otros ejercicios muy útiles y beneficiosos (ejercicios de propiocepción, establecimiento de pautas higiénicas, ejercicios de olfato y de foco, etc.).

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