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Mujeres galgueras: la soledad de los  greyhound

Después de cuatro años de la prohibición de las carreras de perros en Argentina, este grupo clama porque se regule la actividad de la raza para cortar de raíz las actividades clandestinas que han surgido por todo el país.

Definirse como “galguero” no está exento de polémica. La tradición de esta raza milenaria en actividades como la caza o carreras en las que prima el beneficio económico ha ennegrecido tanto la pureza de una raza, cuyas bellas líneas hablan de velocidad innata, como la imagen de sus propietarios, todos ellos condenados a ser vistos como maltratadores.

Por Emer IGLESIAS

 

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Mujeres galgueras” un grupo que vela en Argentina por los greyhound, la variedad ingles de galgo y la más veloz, alza su voz por la necesidad de que “sean reconocidos por la sociedad como lo que son, auténticos deportistas”. Acaba de hacer nueve años que decidieron conformarse como un grupo en las redes sociales. Las fundadoras, y la mayoría de sus componentes, son cuidadoras y criadoras y amantes de lo que definen como “maravillosa raza”.

Al principio su objetivo fue lograr exponer “su verdad e historia de miles de familias galgueras argentinas”. De todas las variedades de galgos se decantaron por los greyhound, a los que definen como “pura sangre de carreras”. Pero hace cuatro años todo cambió cuando vencieron las tesis animalistas y tras años de lucha las entidades de protección consiguieron que se prohibieran de manera taxativa las carreras de perros en todo el país.

Desde entonces sus galgos corren como ermitaños por pistas vacías o campos solitarios lejos del bullicio de las carreras. “Por su bienestar físico y emocional necesitan mantener una vida plena enfocada al deporte. Solemos llevarlos a correr solos en pistas para satisfacerlos anímicamente”, indica a LADRIDOS, Paula Molina, fundadora del grupo “Mujeres galgueras” y luchadora infatigable para que se regule de alguna forma esta actividad ya que la prohibición total de las carreras como estaban planteadas induce a la ilegalidad. “Nosotras ya anticipamos en su día que la prohibición solo conduciría a este deporte a la clandestinidad donde allí no hay control. Y sin control nada ni nadie puede garantizar el bienestar animal en ninguna actividad. A 4 años de la prohibición, carreras clandestinas hay en todo el país”, matiza.

A su juicio, la protección a los galgos y especialmente a los greyhound, no se puede quedar solo en suprimir unos eventos, “se necesitan leyes de protección para que ellos puedan llevar una vida plena y deportiva. Es fundamental que exista una regulación y control de este deporte. Es el único camino que garantiza el bienestar animal y la tenencia responsable. Como todo animal tiene que poder desarrollar su instinto natural, a ellos les gusta correr, es algo innato que no se lo pueden quitar, privárselo es no respetarlo”.

Cuatro millones

La aparición de galgos abandonados tras las carreras en condiciones deplorables, o incluso muertos, llevó a un gran movimiento social que consiguió acabar de raíz en todo el país con una actividad que calificaron de maltrato.

Desde “mujeres galgueras” insisten en que la familia galguera, que en Argentina aglutina a más de cuatro millones de ciudadanos que “viven este deporte como tradición y cultura familiar”, “somos  los primeros protectores de la raza porque no solo hacemos tenencia responsable y bienestar animal por los cuidados y atenciones que tenemos para con nuestros galgos, sino que además les damos plenitud a sus vidas acompañándolos en sus aptitudes naturales, disfrutamos junto a ellos, como galgueras tenemos que hablar de la mejor raza que uno pueda tener, además de ser excelentes compañeros de vida, es un disfrute enorme verlos hacer lo que más les gusta”. 

Como muchas otras razas, los greyhound no son para cualquiera. Su naturaleza innata es correr, pero también permanecer en casa tranquilo muchas horas al cabo del día. “Es una raza muy especial, que requiere de cuidados específicos, solo la recomendaría a personas que tengan conocimientos sobre ellos”.

Precisamente la diferenciación de esta raza con respecto a otras es la que la ha llevado, según Molina a sufrir maltrato en exceso.  “Pero hay una realidad, también ha sufrido maltrato de personas que no han tenido información alguna sobre su raza y sobre sus aptitudes físicas y emocionales. Por esa razón creo que hay que concienciar a todas las personas del mundo para que no exista bajo ningún aspecto el maltrato animal hacia ellos y por supuesto a ninguno. Las razas tienen todas una tipicidad y el galgo es un deportista natural, su instinto es de correr y es lo que potencia su bienestar”.

Se definen como “un colectivo ciudadano galguero que vela día a día por el bienestar de nuestros greyhound y seguimos presente en una incansable lucha por la regulación de un deporte que exige los mismos derechos que 16 deportes con animales que existen en nuestro país regulados y controlados por el Estado Argentino”.

A la espera de alguna nueva regulación que parece estar más lejos que cerca, los greyhound de las “mujeres galgueras” siguen criando y amando a estos ejemplares que desde pequeños reciben sus cuidados. “Mantienen a diario ejercicios guiados por médicos veterinarios, pero en solitario, con carreras como ermitaños en pistas o campos abiertos”.

Cruces con el español

Según la Federación Española de Galgos, los greyhound fueron los primeros galgos que se utilizaron para carreras de liebre con apuestas. Es una raza que también ha sufrido cruces, sobre todo con el galgo español. Una de sus características más relevantes es que cuando elevan las orejas lo hacen estirando la punta de ellas más hacia arriba que las orejas de los galgos españoles

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