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De país en país detrás de una bici

Bici

En uno de sus viajes en bicicleta Micka y Pauline se encontraron con Triton, un perro que les seguía allí donde fuesen. A pesar de la fobia que Micka tenía desde los siete años de edad a los perros, ni recorrer tres países, más de 950 kms, noches con temperaturas bajo cero, etc. frenaron esta amistad con el que era un perro abandonado. Nada haría sospechar que años más tarde cambiaría de opinión. 

Por Carlos REDONDO

Cuando Micka tenía siete años le mordió un pastor alemán. Desde entonces, él tiene una pequeña fobia a los perros. “Es la peor especie animal que existe en La Tierra” sentenciaba entonces aquel joven Micka. Nada haría sospechar que años más tarde cambiaría de opinión.

Todo comenzó en un pequeño pueblo del altiplano boliviano, a casi 4000 metros. Micka y Pauline se detuvieron a comer. De repente, un perro abandonado se acercó a olfatear la comida que llevaban. Pauline fue a tirar residuos a la papelera, y en ese momento el animal fue corriendo tras ella, deseoso de jugar. Pusieron rumbo al campamento que se encontraba a 20 km del lugar y el can les siguió en todo momento. 

A la mañana siguiente emprendieron su camino de nuevo. A pocos metros de distancia se encontraron con una mujer en un campo de Quinoa. La señora quedó encandilada con el animal, quien le ofreció comida con la intención de que se quedase con ella. Sin embargo, Triton, tal y como lo bautizaron Micka y Pauline, salió corriendo cuando vio que sus amigos se encontraban ya a unos 100 metros de distancia del lugar. 

Pusieron rumbo a un hotel durante 35 kilómetros en el que pasar la noche. Al día siguiente, Triton se mostró cansado. Cómo les esperaba un día largo, decidieron ponerle en una de las bicicletas. El camino no era realmente cómodo para Triton hasta que al cuarto día encontraron una caja de cartón y un pantalón viejo que permitió tener un trayecto más confortable al animal.

Durante los días siguientes establecieron unas normas de convivencia básicas a Triton. Cuando ya Triton empezaba a responder a la llamada, unos perros de la zona se lanzaron sobre él. Micka intentó cogerlo para protegerle, pero huyó despavorido. Preocupados, decidieron quedarse en el hotel por si el animal decidía regresar al mismo lugar. La gerente del hotel les comunicó que ella se encargaría del perro, algo que preocupó tanto a Micka como a Pauline, ya que creyeron que podría tener encerrado a Triton en algún lugar, sólo y asustado. 

Ante esta situación, pusieron un anuncio publicitario. La suerte no estaba de su parte, ya que la gente sólo llamaba para mostrar un interés económico. Fue en este momento crítico cuando Micka y Pauline se empezaron a dar cuenta del cariño que habían cogido a Triton y el vacío que su ausencia les dejaba.

El marido de la gerente del hotel  les avisó de la presencia de un perro por el edificio. Bajaron una planta y allí estaba Triton. Al verles no pudo frenar su alegría, sus ganas de jugar, de saltar. Estaba agradecido de ver de nuevo a sus amigos.

Siguieron llamando algunas personas por el anuncio, pero con la misma mala intención. Ante esta situación de inseguridad, decidieron abandonar Bolivia.  Al llegar a la frontera les comunicaron que no podían pasar con el animal, ya que no tenía ni papeles ni vacunas. Finalmente, consiguieron camuflarse entre la multitud que frecuenta los aeropuertos. Tras 950 kms recorridos en 26 días, noches a cinco grados bajo cero, etc, Triton parecía tener muy claro con quién quería estar en su vida.

Dos días después llegaron a la ciudad del sureste de Perú, Puno, donde vacunaron e identificaron al perro. Pasadas 48 horas decidieron regresar a Francia. Se trasladaron en bicicleta a Ayacucho, donde Micka se fue con Triton en avión y Pauline con las bicicletas en autobus. 

Ya setenta y ocho días después de que diese comienzo esta aventura, se encontraban en el aeropuerto de Lyon, a escasos metros de la libertad para Triton. Los nervios se respiraban en el ambiente. En esta ocasión consiguieron pasar al perro escondido en un carrito debajo de las maletas, de nuevo, entre la multitud.  Ya en el parking, pudieron respirar tranquilos. Todo había salido a la perfección. Triton se incorporó de manera oficial a las vidas de Micka y Pauline.


Un bisnieto con acento francés

A día de hoy Triton goza de un excelente estado de salud. Continúa viviendo con Micka, con el que pasa largos períodos de tiempo montando en bicicleta junto a él y caminando por los volcanes de Auvernia, en Francia. 

A su vez, Triton ayuda psicológicamente a los abuelos de Micka, los cuáles van necesitando cada vez más atención. El largo período de adopción que duró hasta seis meses, ha hecho que Micka, Pauline y Triton formen un vínculo inquebrantable.

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