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Bugi, nuevo “invento” para rescatar perros

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Una alumna de diseño industrial de la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, Andrea Mendoza Sánchez, ha ideado un artilugio, el “Bugi”, para el rescate de perros por bomberos y rescatistas en barrancos o terrenos de difícil acceso. Ofrece seguridad para el perro, mayor accesibilidad y efectividad para el bombero o rescatista durante el proceso de rescate. Es seguro ya que el perro no logra escapar al ser transportado y evita que el can resulte mayormente herido o fracturado además de que soluciona los problemas que surgen por utilizar las mismas herramientas tanto para el rescate de un humano como de un perro.

Por Carlos XESTAL

Las ventajas del Bugi, según la autora de este diseño, son su “seguridad, efectividad, transporte, facilidad de uso y diseño centrado en el usuario”. La seguridad es una de las piezas fuertes de este proyecto ya que el perro no se escapa al ser rescatado, lo que muchas veces con otros sistemas agudiza los daños que pueda tener.
Mientras que los perros que se rescatan con arnés tradicional lograban escapar en un 50%, en las cien pruebas realizadas con el Bugi, en ningún caso el can logró escapar.
En cuanto al tiempo dedicado al rescate, según indica Andrea Mendoza en su trabajo, con el Bugi el ingreso del perro se consigue solo en 4 segundos, mientras que con un arnés el ingreso se tarda más de un minuto.
Aunque este “invento” ha sido diseñado especialmente para el rescate en Guatemala, al ser un país con un relieve marcadamente montañoso y de barrancos en casi el 60% de su superficie, su uso podría generalizarse a numerosos rescates ya que el perro permite ser transportado en distintos terrenos, ya sea barrancos o terrenos de difícil acceso.
Otro de los objetivos que cumple este invento es que puede generar despertar el interés por los recates en más voluntairos. “La facilidad de uso incentiva que más personas se unan al movimiento de rescate de perros ya que ven el diseño amigable a la vista como en función”, indica Mendoza.
De acuerdo con Pet Rescue1, empresa en Guatemala dedicada especialmente al rescate de perros en barrancos, se realizan en promedio 60 rescates verticales al año en barrancos en el país y el tiempo que tarda cada rescate depende de la altura del barranco como de la actitud del perro, siendo el que más se tardado de 3 horas en una altura de 207 metros.
Un perro cuando tiene que ser rescatado no se comporta igual que un humano, por este motivo las herramientas a usar no deben ser las mismas. Según Álvaro Zuruy, jefe de bomberos voluntarios de Guatemala de San Cristóbal, “en un rescate el perro tiene miedo al bombero o entra en pánico en el proceso de rescate. Este comportamiento hace que sea muy difícil realizar este proceso de rescate y que ponga en riesgo al perro. En el traslado en la camilla esta actitud asustadiza pone en peligro al can, ya que estas no evitan que este se pueda escapar, ocasionándole mayores fracturas, lesiones o incluso la muerte”.
Cuando un perro cae en un barranco, o es abandonado allí por sus propietarios, hecho que suele suceder, los terrenos son de difícil acceso para ingresar, solo se puede entrar a pie y los socorristas o bomberos deben cargar la camilla por largos caminos con fuertes pendientes. Pero estas camillas, además de que no inmovilizan al perro, no tienen un tamaño adecuado para los canes, sino que están hechas a la medida de un humano. Esto provoca que su transporte no mantenga al perro en una posición que inmovilice sus fracturas como heridas.
La camilla del bugi, especialmente ideado para perros grandes, posee una serie de 14 perforaciones para el ingreso de sujetadores que sostienen el cuerpo del perro y para colocar un enrejillado de seguridad con cintas tubulares. Así también posee perforaciones circulares que permiten el paso de elementos líquidos que pueda expulsar el perro, pudiendo ser orines hasta sangre. Elemento de suma importancia ya que brinda la seguridad al usuario primario (al perro) y que permite sujetar a este en la superficie plana y así evitar que se mueva su estructura ósea y que se fracture más. Están realizadas en nylon balístico con broche de velcro fuerte como sujeción. Su método de apertura se encuentra identificado con semiótica de pestaña de color negro. Este método permite graduar la intensidad de la presión en caso de que en la parte a sujetar se encuentre fracturada. Los sujetadores se dividen en una pieza central con 5 piezas, hombro, lomo, tórax, cadera y patas, así como una externa que sujeta el cuello del perro. El sujetador externo se coloca únicamente en casos extremos

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