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FUERA DE NUESTRAS FRONTERAS
Ni rastro de cacas caninas.
Al visitar Estambul no solo
llama la atención la presencia
de perros deambulantes,
también la ausencia de
excrementos caninos por
las calles. La limpieza es
extrema, mucho más que
en las urbes avanzadas en
protección animal en las que
los perros pasean de la correa
junto a sus dueños. Toda una
lección de civismo, ya que
los popios ciudadanos no
dudan en recoger las cacas
si es necesario. Además,
colocan alfombras junto
a sus negocios y facilitan
mantas para las frías noches
invernales. Lo que desde
nuestra mentalidad europea
puede parecer un abandono
masivo, es en realidad un
cuidado responsable de unos
animales que conviven entre
los 15 millones de habitantes.
Dos perros tranquilos junto a un lavadero en Beycoz, en
la orilla asiática del Bósforo. A la derecha, un can sobre
una alfombra en la puerta de una cafetería cercana al
moderno aeropuerto Sabiha Gökçen. Abajo en la puerta
del supermercado Sok de Beykoz, y a su derecha, un
perro observa a los clientes del famoso restaurante
Güney junto a la torre Gálata del centro de Estambul
Nº 36 febrero 2020 LADRIDOS 37