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LA SOLIDARIDAD




        sabe cuántas cosas más. También                       columna la hace verse aún más me-
        por uno de esos huecos debe haber                     nuda.
        entrado Risita, sintiéndose protegida                   María cuenta la historia de to-
        por el matorral, y la caja de madera y                dos; casi siempre, relacionadas con
        los trozos de mármol, para parir ale-                 abandono o enfermedad. Vive con
        jada de la vista pública.                             catorce perros y una gata. Un veci-
          Gabriela Orihuela y Marina Álvarez                  no, trabajado del cementerio la lla-
        habían estado atentas a cualquier                     mó una vez para rescatar “a unos
        pista de la madriguera desde que le                   perritos que están todo comidos”.
        vieron las tetas hinchadas. Un día,                     «Sacarlos fue un dilema. Pasé mu-
        encontraron a las cachorras recono-                   cho trabajo, porque estaban escon-
        ciendo el terreno y pudieron capturar                 didos y huían. Cuando los pude co-
        a una. Al día siguiente, ante la ame-                 ger  tenían toda la cola y las patas de
        naza de que unos nubarrones grises                    atrás en carne viva. Las ratas les ha-
        se volvieran aguacero e inundaran                     bían arrancado la piel a mordidas».
        la tumba, Marina entró y sacó a las                     Los salvaron, curaron y dieron
        otras dos. Dentro había mosquitos,                    adopción. Otra llamada le informaba
        hormigas santanillas y una humedad                    que había una epidemia de sarna en
        terrible, cuenta.                                     los perros del cementerio. Estaban
          Sultana, Jeannette y Rachel, como                   sin pelo, con la piel irritada, rascán-
        las nombraron sus protectoras, sol-  1871             dose compulsivamente. Algunos,       57
        taron algunas lombrices al ser des-                   apenas podían caminar. Salvó a casi
        parasitadas, pero se encuentran en   año de           todos, murieron dos.                 hectáreas que se
        buena forma física, en espera de     inauguración del   Una tercera y última llamada fue   distinguen por la
        adopción responsable.                cementerio de    para preguntarle si podía alimentar-  abundancia de
          Su madre, Risita, es una de los    Colón, considerado   los, porque no tenían qué comer. Le   mármol de Carrara,
        cerca de quince perros que habitan   como uno de los   ayuda en la tarea, Elisa Rivas, de 76   de granito y pizarra,
        hoy en el cementerio. La mayoría es   más importantes a   años. «Hace como seis o siete años,   profundos valores
        sociable y se mueve en las cercanías   nivel mundial, a la   vine a hacer unas fotografías y en-  historiográficos,
        de la entrada principal. Otros, en pe-  par del Staglieno,   contré a María aquí con los perros —  reflejos de la
        queños grupos, andan entre las hile-  en Génova, y el                                      espiritualidad y
        ras de tumbas más intrincadas y no   de Montjuic, en                                       la ideología del
        permiten que se les acerque ningún   Barcelona.               Continúa en la página siguiente  cubano
        humano. Todos comen una
        vez al día y tienen atención
        veterinaria desde que, hace
        alrededor de una década,
        María los tomara bajo su pro-
        tección.
          Hace poco menos de diez
        años —nadie recuerda la fe-
        cha exacta—, otra perra del
        cementerio, al igual que Ri-
        sita, encontró un recoveco
        para dar a luz a su camada.
        También como Risita, tuvo
        tres cachorros, pero tuvie-
        ron la mala suerte de no ser
        hallados a tiempo y de haber
        nacido en lo que resultó ser
        un nido de ratas, animales
        que comen cualquier cosa;
        incluidos cachorros.
          A unos metros del «Colón»
        vive María del Carmen Cas-                           Elisa Rivas
                                                             introduce comida
        tro, tiene 84 años y es muy                          en una de las
        pequeña. La curvatura que                            tumbas abiertas
        la edad le ha impuesto en la




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