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OTRAS ESPECIES
posibles depredadores, como pue-
de ser el zorro o perros que vivan en
libertad. Pero seguro que la natura-
leza le da la posibilidad de empezar
una nueva vida en libertad. Ya no es
doméstico, sino silvestre.
En los pueblos y aldeas de nuestro
país los encontramos siempre cerca
de las casas e incluso pueden mez-
clarse con otras especies de gatos
salvajes, con los que reproducirse,
así los gatos se multiplican y amplían
territorio de caza, extendiendo el
problema, que es doble: más gatos
en el monte y mestizaje que perjudi-
ca a la raza salvaje.
Cazador compulsivo
Volviendo lo que decíamos, el gato
doméstico ahora depende de sí mis-
mo, de su capacidad de caza, de su
instinto depredador. Positivo y nega-
tivo a la vez. En primer lugar, porque
ese instinto lo va a llevar a sobrevivir
con lo que cace. Negativo porque
cazará todo aquello que, por tama-
ño, se ponga a su alcance.
Aves, roedores, pequeños y me-
dianos reptiles, además de innu-
merables insectos, serán su nueva
dieta. El gato tiene una despensa
bastante grande y con variedad de
alimento.
Mirándolo por el lado de la natu-
raleza, esta sale perdiendo con la
presencia del gato. Porque su ins-
tinto de caza le lleva a no perdonar
ninguna presa que se le ponga a su
alcance. Incluso estando saciado se
acercará a su víctima y como míni-
mo, jugará con ella, lo que supone
una muerte segura.
Animales en peligro de extinción
se ven amenazados por un cazador
que antes no estaba en sus domi-
nios. En Canarias, el gato silves-
tre va diezmando su población. En
Australia o Nueva Zelanda, la fauna
local tiene que competir con un ca-
zador con las cualidades del gato.
En fin, si el gato doméstico ha pro-
bado la vida en libertad y le ha ido
bien, difícilmente volverá a su hogar.
Distinto es si se trata de un gato es-
terilizado y tiene malos recuerdos
de otros animales en su escapada.
Entonces, tal vez, no quiera repetir la
experiencia.
Nº 79 septiembre 2023 LADRIDOS 35