En esta época entran en celo las hembras, que pueden parir en 60 días
Si nuestra gata no está castrada, a finales de enero comenzará a tener el celo. Hay que cuidar que no se escape porque al cabo de 60 días nacerán las crías. Los veterinarios recomiendan la esterilización que limitará la posibilidad de tener tumores que la llevarán a un final no deseado. Con madurez sexual a los seis meses, las gatas pueden tener dos o tres camadas al año, entre 8 y 15 crías
Por E. MUÑOZ
Comenzado el año y pasado enero los días comienzan a alargarse y la luz va quitando horas a las largas noches invernales. La vida ira lentamente volviendo a las plantas y también a los animales. Entre ellos, las gatas, que comenzarán a entrar en celo, especialmente aquellas que vivan fuera de la casa.
Ahora comenzarán a despertar sus instintos maternales, se mostrarán más cariñosas, frotándose no solo con los humanos sino también con objetos, ronroneando y con maullidos cortitos para indicar a los machos vecinos que están dispuestas a aparearse.
A medida que los días van alargando hasta que de nuevo comiencen a hacerse más cortos ya pasado el verano, las gatas pueden tener varias veces el celo, una gran diferencia con respecto a las perras que lo suelen tener una o a lo sumo dos veces al año.
Ellas esperarán, mientras los del sexo opuesto comenzarán sus peleas por ser el afortunado en aparearse con la gata. Así transcurrirán las largas horas en las que los machos empiezan a marcar territorio, a maullar, a bufar y encorvar su lomo en actitud agresiva, para aparentar ser más grandes que su adversario. Pueden pasar toda la noche rondando, enfrentándose, mostrando su fortaleza hasta que uno sea el vencedor y conseguirá su premio.
Otra diferencia con los perros es que las gatas tienen la ovulación inducida. Cuando están en celo y se produce el apareamiento es cuando la felina producirá sus óvulos y quedará fecundada. En el caso de que no encuentre a su compañero en unos días el celo se le pasará, pero volverá cíclicamente cada diez días hasta que se produzca el encuentro o llegue el final del verano.
También comparada con la perra está la inexistencia de sangrado durante el celo, pues no se han producido óvulos aún, y en caso de segregar algún líquido es a causa de alguna patología en el aparato reproductor, por lo que habría que consultar al veterinario.
La madurez sexual
Las gatas llegan relativamente pronto a la pubertad y el primer celo se produce a partir de los seis meses, por lo que hay que vigilarlo para evitar complicaciones al ser animales muy jóvenes y sin experiencia.
Tras una gestación de 60 días, en cada camada pueden tener de cuatro a seis gatitos, por lo que en dos o tres celos una gata llegaría a procrear hasta quince crías.
Verdaderamente supone una plaga con difícil solución si no hay control, tanto por parte de los propietarios de los animales como las colonias felinas que se van creando por agrupación de animales que viven en libertad.
Cierto que muchas gatas que viven como animales de compañía están castradas y no van a tener el celo habitual en su especie. Sí que van a disfrutar de una vida más larga y saludable, sin enfermedades asociadas al aparato reproductor, aunque por ello perderán la experiencia de ser madres.
Enfermedades reproductivas
Entre las enfermedades que se pueden evitar con la castración se diferencian entre benignas y malignas. La más frecuente de las benignas tiene que ver con las mamas, la fibroadenomatosis mamaria felina y es un proceso característico en gatas jóvenes. Tiene un tratamiento sencillo y el veterinario siempre recomendará la castración para que no se convierta posteriormente en un tumor.
Porque según se vaya haciendo mayor en las mamas lo que van a aparecer son tumores, que aparecen en las adultas a partir de los diez años, catalogados de malignos en más del 90% de los casos. Por eso es recomendable palpar de forma periódica el abdomen de nuestra mascota, pues cuanto antes se trate mayores serán las posibilidades de supervivencia.
Otra enfermedad que se puede evitar con la castración es la piometra uterina, que puede aparecer a partir de los 5 años, en ejemplares sin esterilizar, con síntomas como secreciones vaginales, aumento de sed o micciones, letargo, pérdida de apetito… Todo esto puede llevar a una intervención quirúrgica para extirparle el útero.
Volvamos a las que viven como mascotas, dentro de la casa y con muchas horas de luz. El celo depende directamente de la luz solar, pero la artificial a la que se exponen nuestras mascotas en casa puede hacer que varíe su ciclo de celo, adelantándose a su momento que suele ser en enero (xaneiro en gallego) y que se puede repetir con más frecuencia.
Ahora que los gatos son animales de compañía es responsabilidad de sus dueños tanto la crianza como el control de su reproducción. Se pueden “colocar” entre los familiares unos gatitos, pero no todos los gatos que nacen por negligencia.
(Páginas 34 y 35)
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