Gatos, ¿animales domésticos?
Del origen del gato como animal doméstico poco se sabe. Algunos estudios sugieren que no fue hasta el periodo romano cuando los mininos comenzaron a convivir con el ser humano. De ellos se ha dicho de todo. Desde que salvaron a Noé y su Arca, hasta que eran símbolo de brujería. Ahora, un estudio científico del Instituto de Arqueología de la Universidad Nicolaus Copernicus de Torún pretende aclarar su historia.
Por Almudena NEGRO
Se los considera, junto a los perros, los animales domésticos preferidos del ser humano. Más de 500 millones de ellos viven en hogares. Pero, ¿realmente hemos conseguido domesticarlos? Lo cierto es que, como apunta Héctor Rodríguez en “National Geographic”, se desconoce cómo se llevó a cabo históricamente este proceso, claro en el paso de los perros. De ahí que especialistas como arqueólogos o biólogos, además de antropólogos estén colaborando a lo largo y ancho de todo el planeta para tratar de dilucidar el misterio. Quien tiene un gato sabe que es un animal depredador, solitario y desobediente. Ya puedes silbar o llamarlo por su nombre, que solo te hará caso si le da la gana. Aun así, actualmente proliferan los educadores de gatos.
Los gatos, es seguro, eran animal sagrado para los antiguos egipcios, que llegaron a legislar para prohibir su exportación. Matar un gato era considerado un grave delito que conllevaba la pena de muerte. Es más, cuando un felino moría, toda la familia humana se ponía de luto y se afeitaba las cejas como símbolo del dolor sentido. Hasta tal punto llegaba la adoración del gato, que en casos de catástrofe lo primero que se salvaba era al gato. Antes que a los hijos. Se han encontrado gatos momificados por familias pudientes egipcias. En 1890 los arqueólogos descubrieron un cementerio de gatos, con más de 170.000 restos.
En el Neolítico en Europa
Los científicos del Instituto de Arqueología de la Universidad Nicolaus Copernicus de Torún afirman haber dado con nuevos indicios acerca del inicio del romance del hombre con estos felinos en Europa Central. Los resultados se han publicado recientemente en la revista PNAS bajo el título Ancestors of domestic cats in Neolithic Central Europe: Isotopic evidence of a synanthropic diet. Según dicho estudio, conocemos que en algún momento en que el hombre comenzó la recolección y siembra, la agricultura, los gatos se acercaron durante el Neolítico a él con sus ojos grandes y mimos zalameros en busca de parte de la cosecha y se extendieron por Europa durante el auge del Imperio Romano Los primeros restos arqueológicos gatunos documentados en Europa lo fueron en la actual Polonia, entre los años 4.200 y 2.300 a.C. Se trataba de animales individualistas que vivían en libertad junto a otros felinos. Por su parte, el ser humano ya enriquecía por entonces la tierra a cultivar con cenizas o estiércol. Según algunas teorías los gatos migraron desde Oriente y África del Norte en busca de los agricultores.
Enterrados en cuevas
Lo cierto es que la mayoría de los restos de gatos encontrados en Polonia se encontraban enterrados en cuevas en lugares en que había asentamientos humanos, lo que no quiere decir, por otra parte, que hubieran sido enterrados por hombres. Así, la investigadora Magdalena Krajcarz, señala National Geographic, analiza la dieta de los felinos aparecidos en Cracovia, así como restos de gatos monteses europeos de la misma época, tres de un periodo anterior al neolítico y dos del periodo romano mediante análisis de los isótopos y llega a la conclusión de que “el método permite la identificación de hábitos alimenticios de especies animales fósiles”. Así, señala “es posible tomar medidas químicas precisas y reconocer la dieta promedio de toda la vida del animal en cuestión”. Fue durante el periodo romano cuando el gato comenzó a simbolizar la victoria para las legiones romanas.
La domesticación de animales solo es posible cuando ambas partes, humano y animal, obtienen beneficios mutuos, ya sea visto desde una perspectiva económica o siendo integrados en la estructura de la sociedad. El gato doméstico es una subespecie de la familia de Felidae y se cree que convive con nosotros desde hace unos 9.500 años.
Según la hipótesis que manejan los investigadores, la creación del gato doméstico, fruto del cruce de razas, no tuvo lugar hasta el siglo XIX. Anteriormente no eran animales populares. Los exámenes realizados demuestran, sin lugar a dudas, que los gatos orientales no fueron completamente dependientes del hombre, ya que se alimentaban de cualquier fuente disponible. “Nuestros hallazgos confirman la hipótesis de que los gatos monteses del Cercano Oriente se han extendido por Europa acompañando a los primeros granjeros, probablemente alimentándose a expensa de los humanos”, sin intercambio de beneficios entre ambos. Entrado ya el periodo romano la dieta humana y gatuna comienza a parecerse mucho más, lo que sugiere que fueron ya alimentados por los hombres.
¿Salvaron el Arca de Noé?
En términos legendarios, la historia de los mininos como animales de compañía se remonta al Arca de Noé. Según la leyenda, Noé descubrió que su refugio estaba plagado de roedores, que se habían ido reproduciendo a gran velocidad, de tal forma que la convivencia era complicada, ya que los roedores se comían los alimentos del resto de moradores del Arca. Así pues, Noé habló con el rey de la selva, el león. Este se puso a pensar, muy concentrado cómo solucionar la cuestión y estando en plenas meditaciones estornudó con gran fuerza, expulsando por su nariz a una pareja de gatos, que comenzaron a exterminar a todos los ratones, salvo a una pareja, que Noé enjauló para preservar la especie. Así, el gato, sabedor de que había salvado la nave, se volvió engreído, y arrogante, lo que hizo que Noé lo atase al puente del Arca en plena tormenta. De ahí vendría el terror que los gatos sienten por el agua.
En la Edad Media se sabe que la adoración por los gatos se transmutó en acusación de brujería, lo que dio lugar a persecuciones en países como Alemania o Francia, donde el día de Todos los Santos se quemaban gatos vivos. Un cruel ritual que no fue abolido hasta 1648. Fue Napoleón, ante la proliferación de roedores, quien estimuló la cría de gatos.