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Las hormonas femeninas revolucionan a los perros

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Resulta interesante saber que hoy en día se trata a los perros como si fueran hijos, sin embargo, el hecho de que llegue un hijo de verdad, sanguíneo, hace que afloren ciertos sentimientos con respecto a los cánidos que tenemos en casa, y no sólo en los afectados por el embarazo, sino en personas externas o los círculos cercanos. EL libro «El perro, el hombre y el embarazo» nos da las pautas a seguir ante una gestación para comprender el comportamiento del animal y no pensar en expulsarlo del hogar

Por Javier FERNÁNDEZ MARTÍN

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No es la primera vez que me encuentro ante una conversación que es vomitiva o preguntas que podrían resultar insultantes, aunque la intención de quien la hace pudiera ser «buena», pensando quizá en los peligros que pudieran existir entre los perros y los niños. “Ahora que vais a ser padres, ¿qué haréis con el perro?», «viene un hijo en camino, es momento de regalar al perro y buscarle otra casa».
Preguntas cuyas respuestas pueden resultar en terribles consecuencias, tanto para el perro que puede sufrir el abandono, como para algunos dueños, que al recibir este tipo de cuestiones se plantean la existencia del propio ser humano. Aquí es donde entra uno de los dos motivos por los que escribí el libro «el perro, el hombre y el embarazo».
Un libro que se inició, precisamente, por haber oído estas palabras en personas cercanas, en familiares que preguntan a otras personas, sobre todo en el caso de perros catalogados como PPP: «ahora que estás embarazada, ¿qué harás con tu perro, que es peligroso y puede morder a la criatura?» y, por haber visto en personas cercanas la intención de querer deshacerse de su perro al estar su pareja embarazada.
Ante esto, cabe preguntarse cuál es el papel del perro y qué sentido tiene escribir sobre ello. Primero, porque el cánido (o cualquier animal en general), es una responsabilidad que se adquiere al tenerlo en el hogar y, por consiguiente, la incorporación de un nuevo miembro a la familia no debe hacer que ninguno salga por la puerta; en este sentido, durante el libro se explican conceptos básicos para la convivencia entre el perro y el niño.

El perro sigue siendo perro
No hay que olvidar que el perro sigue siendo un perro y hay cosas que, como adultos responsables, se deben controlar. Así, por citar un ejemplo, jamás se debe dejar al perro solo con el niño, pero si se realiza una introducción fructífera entre los dos miembros más bajos de la jerarquía de la manada, todo será más sencillo y mejor para la convivencia en la familia.
Así, poco a poco, se van detallan conceptos y momentos donde el hombre y el perro comparten esa prioridad, que no es otra que la de cuidar a la embarazada, cada uno a su forma y en su momento. Del mismo modo que se muestra el papel fundamental que tiene el hombre y el motivo por el que, a nivel político, el hombre sigue estando por debajo de la mujer y sigue sin tener una igualdad de derechos real.

Olfato ante las hormonas
También cabría mencionar que lo más sorprendente del embarazo es que el perro puede mostrar comportamientos muy distintos a como es habitualmente. Puede realizar cosas que antes no, por ejemplo, orinar dentro de casa cuando nunca lo había hecho… si alguien nota estos cambios en su peludo de cuatro patas, quizá sería conveniente que se hiciera un test de embarazo, porque es bastante probable que el cánido haya olido hormonas que la mujer aún no haya notado

Rol del padre
El segundo motivo que me llevó a escribir este libro fue el papel, tan olvidado como ignorado, que tenemos los varones durante el embarazo de la mujer. Resulta incongruente que se destinen miles de millones de euros de las arcas públicas a distintos Ministerios, que haya muchas campañas políticas de sensibilización, mucha publicidad sobre compartir roles en la vivienda entre hombres y mujeres, pero… a la hora de la verdad, escasos recursos para que los hombres podamos hacernos cargo de las distintas situaciones por las que pasa la mujer, sin respaldo político, sin ayuda económica de ningún tipo, sin orientación.

   

Ya se ha logrado que, para empezar, podamos disfrutar de periodos de baja de paternidad más cercanos a los que tiene la mujer (salvo los autónomos), porque si el hombre es padre y es responsable del neonato, lo sensato sería que tuviera los mismos derechos que quien ha dado a luz.
En este caso, no para recuperarse físicamente de tal esfuerzo, sino para ayudar a quien ha venido al mundo y a quien, desde sus entrañas, sacó a lo más maravilloso y valioso del mundo. Así, parece que el varón entra en un punto sin importancia, que su papel sólo ha sido el de «poner la semillita», sin embargo, en el libro se analiza el rol tan imprescindible que tenemos los hombres al lado de nuestras mujeres (o parejas)

(Páginas 30 y 31)

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