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El lugar que ocupaban los miles de perros de trineo asesinados no se sustituye con 45 millones


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Un ministro del Gobierno de Canadá viajó hace uno días hasta Kangiqsujuaq, Quebec, para expresar el arrepentimiento de su Ejecutivo por la matanza indiscriminada de los perros de trineo de los Inuit y anunció una compensación de 45 millones de dólares canadienses. Miles de quimmiit (perros de trineo) fueron asesinados por la Policía Montada de Canadá en los asentamientos inuit desde los años 50

Por M. ARAMBARRI

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Entre las décadas de 1950 y 1960 la Policía Montada del Canadá por orden de su Gobierno puso en marcha una operación contra la población indígena de los Inuits asentada en el norte de Quebec y asesinó a bocajarro a miles de qimmiit, perros de trineo, lo que devastó a las comunidades al privarlas de su capacidad para cazar y desplazarse.
Ahora 70 años después, los mandatarios de Canadá quieren rehacer las relaciones con las comunidades indígenas y además de pedir perdón públicamente por esta masacre, han anunciado la entrega de 45 millones de dólares canadienses a la comunidad indígena para la implementación de programas que promoverán la curación y la revitalización cultural.
Esta iniciativa surge como fruto del esfuerzo de los inuit de Nunavik en conseguir una colaboración de la Corona con su pueblo.
“Durante décadas, los inuit de Nunavik han luchado incansablemente por este reconocimiento y esta disculpa. Si bien no podemos reparar el dolor y la pérdida causados ​​por estas acciones, la financiación anunciada es un paso hacia la sanación de nuestras comunidades. Estos recursos nos ayudarán a abordar los profundos traumas del pasado y garantizar que el gobierno canadiense ocupe el lugar que le corresponde como socio en el proceso de sanación, un papel que las comunidades han asumido solas durante demasiado tiempo”, señala Pita Aatami, presidente de Makivvik, la organización que representa a los Inuit de Quebec.
Según Aatami los equipos de perros abatidos eran fundamentales para la cultura inuit y sus tradiciones de caza, permitiendo el rápido desplazamiento por los vastos paisajes helados del norte de Canadá.
Esta matanza provocó inseguridad alimentaria y económica para los Inuit de Nunavik, además de la pérdida de sus métodos tradicionales de acceso a la tierra, generando heridas emocionales profundas y duraderas.
“Se les quitó la independencia, ya no podían salir a la tierra y no había medios para cazar”, declaró Aatami a Reuters en una entrevista telefónica. Además agregó que este gesto junto con la compensación llegan con mucho retraso.
El Ministro de Relaciones entre la Corona e Indígenas, Gary Anandasangaree, que fue quien viajó hasta el asentamiento Inuit, declaró que “el gobierno acepta la responsabilidad por su papel en este trágico episodio y lamenta profundamente los daños causados.
“Hoy, el Gobierno de Canadá aceptó la responsabilidad por su papel en una terrible injusticia histórica y ha expresado su profundo pesar por los daños infligidos por la matanza de qimmiit en Nunavik”, declaró.
El quimmiit o qimmeq es valorado por su capacidad para trabajar arduamente en condiciones extremas del Ártico. Desde una edad temprana, los perros son socializados y cuidados para que puedan cumplir su papel al lado de los cazadores. En 2006, el Gobierno canadiense realizó una investigación interna sobre la matanza de perros de trineo y se exoneró de cualquier irregularidad, argumentando que las muertes se llevaron a cabo por razones de seguridad pública. Ahora han acabado reconociendo su responsabilidad gracias sobre todo a las presiones de las comunidades inuit.

Para someterlos
Sin embargo, Aatami y otros líderes inuit sostienen que los perros fueron abatidos para mantener a los Inuit, en su mayoría nómadas, en comunidades asentadas, comparando estas acciones con otros impactos significativos de la colonización, como la reubicación de familias en otras partes de Canadá y la obligación de enviar a los niños a escuelas residenciales.
En la cultura tradicional inuit, los perros no sólo eran esenciales para cazar y viajar en trineos, sino que también se les daba un lugar especial en su mundo espiritual, aunque no se les atribuía un alma como a otros animales.
Esta relación se caracteriza por la colaboración mutua: los perros ayudan a los cazadores inuit en sus expediciones, permitiéndoles rastrear presas y trasladarse grandes distancias a través de trineos en la nieve. A cambio, los inuit cuidan y alimentan a los perros, aunque en tiempos de escasez extrema también pueden comerlos.

Aunque hoy en día la llegada de tecnologías modernas y el cambio climático han afectado esta relación, los perros siguen siendo un símbolo de identidad cultural para los inuit, representando una conexión con su historia y tradiciones ancestrales.

Los datos
160.000 inuit entre Rusia, Canadá, Groenlandia y Alaska
65.000 viven en Canadá
53 comunidades, a muchas solo se puede llegar por aire

 

(Páginas 36 y 37)

 

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