Por Marcos González: 'El desafiante camino del IGP'
Hace unos días regresé del mundial de IGP de la FCI en Vinkovci, Croacia, tras un largo viaje desde los Balcanes. Durante la competición, el sábado, nos tocó la prueba de seguimiento de pistas. En el rapport —el momento en que el juez te da la puntuación y te explica las virtudes y errores del trabajo presentado—, y tras el precioso desempeño de Bomba, tuve unos segundos para echar la vista atrás sobre el camino recorrido. Fue realmente emocionante. Llegar a un mundial de este deporte canino es un reto que exige esfuerzo y dedicación. El campeón de España, Marcos González, indica los pasos a seguir para vivirlo con pasión.
Por Marcos GONZÁLEZ
El IGP, abreviatura de “Internationale Gebrauchshunde Prüfungsordnung” (Reglamento Internacional de Perros de Trabajo), es un deporte canino extremadamente exigente en su parte técnica. Consta de tres disciplinas totalmente distintas: seguimiento (rastreo), obediencia y protección. El alto nivel de los competidores hoy en día hace que construir un perro desde cachorro hasta poder salir a pista en un estadio mundial sea un camino desafiante. Hoy quiero hablar del nuestro.
Bomba del Tiempo de Fontemordant es mi primera perra de trabajo, y la verdad es que no hemos podido tener más suerte al encontrarnos. Lo que relato es mi experiencia personal y no una norma, pero estoy seguro de que cualquier guía verá elementos comunes con su propia trayectoria.
Equipo humano
El primer obstáculo con el que te encuentras es el logístico, que dividiría en dos partes: los medios materiales y el equipo humano. Por muy autodidacta que uno pueda ser, este deporte exige guía, tutela y compañeros. En mi caso, puedo presumir de que mi trabajo actual tiene una firma muy personal, pero no habría sido posible sin los maestros y compañeros que he tenido.
No es fácil contar con lo más básico, como una gran pista con determinados elementos. Podría decir que más de la mitad de nuestra preparación la hemos hecho en el jardín de casa y en parques. Saber adaptar nuestro entrenamiento a este tipo de entornos nos ha dado un plus que no todo el mundo tiene y que es meramente operacional. Muchos practicantes de IGP no disfrutan del rastreo, y creo que esto se debe a esa sensación de “furtivo” cuando tienes que colarte en campos de cultivo y no dejas de mirar a todos lados por si alguien viene a regañarte.
El segundo obstáculo es el del tiempo. La dedicación e inversión de horas para alcanzar un trabajo de alto nivel es impresionante. En el IGP, cada disciplina requiere tantas horas de dedicación como si se tratara de un deporte independiente. Todo esto sin tener en cuenta que la relación de convivencia con un perro de IGP exige trabajarse en cada momento.
El reglamento actual y los juicios, que funcionan como un conjunto, exigen un nivel de compenetración natural y una actitud del perro hacia el trabajo que, bajo mi punto de vista, requiere convivir con el perro para alcanzar su máximo potencial. La relación en la convivencia diaria debe estar bien diseñada (como con cualquier perro), pero en el caso de un perro de IGP, esta debe reforzar cada día su autoestima, la confianza en sus habilidades y en su físico, y la relación de liderazgo que hayas elegido tener con él. En mi caso, busco una relación de confianza y compenetración, donde me vea como un compañero, pero que sepa que soy quien dirige el rumbo. Esto, al contrario de lo que pueda parecer, no es muy difícil con un perro fuerte y seguro de sí mismo.
Alto nivel de energía
Nuestro deporte, a día de hoy, tiende claramente hacia trabajos naturales libres de sobrecargas de estrés y presiones, lo que no es sencillo, ya que nos pide un alto nivel de energía en cada acción del perro. Para mí, es imprescindible construir desde cachorro la pasión por el trabajo en equipo, pero que ésta no se base en refuerzos individuales como pelotas, comida o herramientas que, actualmente, la FCI equipara al dopaje y por tanto prohíbe. Desde cachorra he intentado fomentar en Bomba esa pasión por el trabajo, reforzando unos ejercicios con otros o a través de refuerzos o reprimendas sociales. Esta ha sido una de las claves de nuestra continuidad.
Por ejemplo, en lugar de premiarla siempre con comida o juguetes, hemos trabajado en que el propio acto de realizar el ejercicio sea gratificante para ella, creando una motivación intrínseca. Esto ha fortalecido su entusiasmo y disposición, sin depender de elementos externos que podrían limitar o prohibirse en competición.
Siempre he oído, e incluso he dicho, que el IGP consiste en que el perro haga su mejor ejecución el día D a la hora H, pero cada vez discrepo más de esta afirmación. La principal clave del éxito de nuestro trabajo es que cualquier día, en cualquier momento y lugar, podemos reproducir la prueba con un resultado muy homogéneo. Esto se trabaja desde que el perro llega a casa. Si observas los vídeos de nuestras competiciones, verás que, en cualquier ejercicio, hay perros más brillantes, pero si los ordenas cronológicamente, existe una mejora continuada sin grandes altibajos entre unas pruebas y otras.
Para mí, las claves están en la convivencia, el fomento de la pasión por el trabajo y una elección genética que sostenga todo eso. La inversión y esfuerzo que exige desde que el cachorro llega a casa hasta que está en el equipo para un mundial es tan alta que, dedicando el mismo empeño a cualquier otra actividad, podríamos lograr el éxito casi en cualquier área. Pero el nivel de satisfacción al alcanzar ese grado de grandeza en el trabajo con tu perro es difícil de obtener de otra manera, y eso lo compensa todo. Y lo mejor es que esa satisfacción llega antes de clasificarte, por lo que muchas veces no es necesario alcanzar éxitos deportivos para obtener esa recompensa personal.
(Páginas 18 y 19)
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