Ataques de perros: el análisis de los dientes, únicos en cada animal, destapa al culpable
Las mordeduras de perro constituyen el tipo más común de lesión causada por animales. Si bien la mayoría provocan daños menores, también pueden tener consecuencias graves o mortales, como el caso de los mastines y careas que mataron a una joven en Zamora. En España 700.000 niños sufren agresiones por dichos animales, unos 200 casos diarios. Un estudio de la Universidad de Bolonia pone en valor la figura del odontólogo forense para identificar al perro atacante.
Por Óscar REKALDE
Las mordeduras de perro son un importante problema de salud pública mundial y representan la lesión más común relacionada con animales. En nuestro país cada día se contabilizan una media de doscientos ataques caninos a niños. Son más frecuentes en la edad pediátrica sobre todo a niños en edad escolar o lactantes. La mayoría son producidos en el hogar por perros conocidos o propios.
Según los últimos datos ofrecidos por ANFACC, en nuestro país hay ya 9.280.821 perros, frente a 6.645.130 menores de 14 años que refleja el INE en sus índices de población, lo que indica que hay casi 1,5 perros por cada niño.Aunque el perro se ha convertido en miembro por derecho propio en muchos hogares españoles gracias a ser el animal de compañía más cariñoso y fiel, y es pacífico por naturaleza, lo cierto es que las mordeduras y agresiones están a la orden del día. Suelen ser agresiones leves, aunque en ocasiones son de resultados fatales, como el trágico caso ocurrido en octubre en Zamora, donde una jauría de mastines y careas atacaron y mataron a una joven que paseaba por el campo, lo que pone en alerta a la población.
Y no solo en nuestro país existe este problema, a nivel europeo o mundial casi a diario salta a las noticias algún caso de un perro que ha mordido o atacado a una persona, generalmente de su entorno. Y la cosa va en aumento.
Ante esta situación un grupo de investigadores de la Universidad de Bolonia, decidió realizar un estudio en profundidad para poner en valor la figura del odontólogo forense como responsables de una investigación exhaustiva de la escena del suceso, de las lesiones de la víctima y de las características del perro sospechoso del ataque.
Según sus conclusiones, los perros que suelen participar en ataques son razas de gran tamaño, a menudo entrenados para ser perros guardianes o de defensa personal.
“Los estudios sobre el comportamiento canino muestran que los factores que hacen que los perros vean a los humanos como presas incluyen la predisposición genética hacia la agresividad, el entrenamiento, el abuso, el hambre, la depredación previa, el comportamiento grupal, la defensa del territorio , el comportamiento, la edad y el tamaño de la víctima, y la ausencia. de otras personas cercanas”.
Desconocimiento
La tasa más alta de lesiones graves por mordeduras de perros se da entre los niños, generalmente por una falta de conocimiento sobre el comportamiento canino. “Los niños no poseen las habilidades cognitivas necesarias para reconocer y comprender cómo comportarse apropiadamente con los perros, ya que es posible que no sepan cómo interpretar las señales de advertencia de agresión, como gruñidos, piloerección y levantar las orejas y la cola”, indican.
Además, se considera que los niños corren un mayor riesgo de sufrir mordeduras de perro debido a su curiosidad innata, su tendencia a actuar de forma impredecible y su falta de experiencia en el manejo brusco de los animales.
Pero no solo los niños son los que sufren los ataques de perros. “El segundo grupo de edad que experimenta una alta incidencia de mordeduras de perro es el de las personas mayores de 70 años. Las personas mayores tienen menos capacidad de defensa que las personas más jóvenes, pueden sufrir ya condiciones de salud que pueden empeorar el resultado clínico y tienen una mayor predisposición a sufrir mordeduras de perro. pierden el equilibrio y caen”, matizan.
En el estudio, dirigido por Elena Giovannini, del Departamento de Ciencias Médicas y Quirúrgicas de la Unidad de Medicina Legal de la Universidad de Bolonia, y que va a ser publicado en la prestigiosa revista Science Direct este mes de noviembre, se pone de manifiesto que “La odontología forense ha evolucionado hasta incorporar materiales sintéticos que permiten comparar tridimensionalmente las arcadas dentarias mediante réplicas, eliminando la necesidad de dañar al animal. Los materiales utilizados se han vuelto progresivamente más suaves y elásticos para replicar mejor las formas de los dientes. El parámetro principal que ha sido de interés constante a lo largo de los años es la distancia intercanina, ya que los dientes caninos dejan las marcas más identificables”.
“El análisis de las marcas de mordedura se basa en el supuesto de que la dentición es única para cada perro individual, y esta singularidad se replica en la superficie mordida. La forma de los arcos dentales en los perros varía considerablemente según el tamaño, la edad, la raza y la morfología de la cabeza del perro (es decir, braquicéfalo, mesocefálico o dolicocéfalo), mantienen los investigadores.
Se cree que los niños tienen más probabilidades de ser mordidos en la cara y los adultos en las extremidades debido a las diferencias de altura, ya que estas partes del cuerpo están al nivel de los dientes del perro. La afectación facial puede deberse al hecho de que los niños pequeños frecuentemente provocan mordeduras de perro abrazándolos, besándolos y acariciándolos, poniendo su cara muy cerca de la boca del perro.
En cuanto a los ancianos, la distribución de las lesiones en las extremidades se debe al uso de manos y piernas para protegerse de los perros atacantes, a la altura del perro en relación con la víctima y a que las extremidades son una mejor superficie para morder
Pellizcar, apuñalar, agarrar, triturar y cortar
Los perros tienen 42 dientes permanentes, 20 en la mandíbula superior que consta de 6 incisivos , 2 caninos, 8 premolares y 4 molares, y 22 en la mandíbula inferior que consta de 6 incisivos, 2 caninos, 8 premolares y 6 molares. Dependiendo de la función y la forma de los dientes afectados, pueden producirse tipos específicos de lesiones.
Los incisivos cánidos son relativamente pequeños y se utilizan para pellizcar, produciendo pequeños surcos paralelos en el hueso.
Los caninos son largos y afilados con pequeñas estrías a lo largo de un borde, que se usan para apuñalar y desgarrar, y pueden causar pinchazos o hendiduras.
Los premolares son dientes pequeños con forma de gancho que se utilizan para sujetar a las presas y pueden provocar estrías en los huesos.
Los molares tienen cúspides pequeñas y redondas y se utilizan para triturar. Los dientes carnasiales, que consisten en el cuarto premolar maxilar y el primer molar mandibular, permiten una acción similar a una tijera que puede cortar los tejidos durante la masticación.
Durante los ataques, los perros mueven la cabeza vigorosamente mientras muerden, comprometiendo la integridad del tejido. El patrón clásico de una herida producida por una mordedura se llama “un agujero y un desgarro”.
La lesión punzante se produce cuando uno de los caninos, ya sea del maxilar superior o inferior, crea un orificio circular. Este diente actúa como un ancla, mientras que los dientes restantes cortan la carne, lo que produce cortes alargados al morder, sacudir y desgarrar.
(Páginas 18-20)
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