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Los perros duermen menos horas que los lobos en busca de comida y de sus dueños

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Durante un año un grupo de investigadores siguió de cerca el comportamiento de siete manadas de lobos y cuatro de perros que viven en el WSC , Wolf Science Center. La investigación concluye que los perros han perdido horas de sueño y que dedican más tiempo a buscar comida que los lobos.

Por Carlos XESTAL

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El trabajo realizado por Hillary Jean-Joseph, Gabriella Dooey y Kurt Kotrschal, investigadores del Departamento de Biología Cognitiva y del Comportamiento, Universidad de Viena, Austria, y que va a ser publicado en agosto en Animal Behavior, concluye que aunque en un principio era de esperar que la domesticación de la raza canina marcase claras diferencias en ambas especies en lo referente a los tiempos que dedican a sus comportamientos, lo cierto es que son más parecidos de lo que nos imaginamos.
Eso sí, los patrones de sueño son el aspecto donde al parecer las variaciones son más significativas, sobre todo ante la presencia de los humanos. Según estos investigadores, los lobos dormían, caminaban y vocalizaban más que los perros, mientras que los perros se alimentaban, se sentaban y manipulaban más los objetos. Ante la presencia de los cuidadores del WSC, los lobos apenas modulaban su excitación, mientras que los perros generalmente estaban más alertas.
Las manadas de ambas especies para estudiar su comportamiento fueron elegidas del WSC ya que el hecho de que se crían y mantienen de manera similar, “permite realizar comparaciones justas de las habilidades cognitivas y la orientación social y cooperativa de lobos y perros hacia sus congéneres o humanos. Y también ofrece una oportunidad única para comparar los presupuestos de tiempo de lobos y perros en ausencia y presencia de humanos”, indican en su trabajo.
La domesticación de la raza canina ha hecho a lo largo del tiempo que los perros de compañía dependan de sus humanos en casi todos los aspectos de su vida, tienden a estar activos cuando el dueño está presente, pero descansan más que los perros de refugio, y sus patrones de actividad varían más que los de los lobos.
Una consecuencia principal de esta situación es que los los perros domésticos ajustan su ciclo de sueño y vigilia al de sus dueños, lo que incluye ajustarse al ‘jetlag social’ de sus dueños (es decir, diferentes horarios de sueño en días laborales y libres).
“A pesar de no ser perros de compañía, los perros del WSC comparten una estrecha relación con sus criadores, quienes también actúan como cuidadores y entrenadores de animales. Por lo tanto, es posible que estos humanos familiares desempeñen el papel social similar al propietario para los perros WSC”, matizan los investigadores austriacos.
Al estudiar los patrones de reposo de los animales observados del WSC, “Encontramos una variación considerable en la frecuencia cardíaca y la variabilidad de la frecuencia cardíaca de lobos y perros en reposo, según el contexto social. Por ejemplo, los perros y los lobos estaban más relajados cuando descansaban en su manada que cuando estaban solos. Además, los perros, pero no los lobos, respondieron a la presencia de humanos familiares de una manera similarmente relajada que los miembros de su manada. Cuando los animales estaban despiertos, los lobos apenas modulaban su excitación debido a la presencia de los humanos, mientras que los perros generalmente estaban más alertas con los humanos que cuando estaban solos o con sus compañeros de manada”.
Para realizar este estudio, los profesores de la Universidad de Austria observaron siete manadas de lobos (16 individuos, 11 machos y cinco hembras y cuatro grupos de perros, 11 individuos, cinco machos y seis hembras, desde el 1 de diciembre de 2018 a finales de 2019. Todos ellos con edades comprendidas entre los 2 y los diez años, los lobos con una media de 7 años y los perros de 6. Todos ellos fueron criados a mano desde los 10 días después del nacimiento en pequeños grupos de cuatro a seis en un recinto donde los cuidadores pasaban las noches con ellos. A los cinco meses ya se integraron en manadas y mantenían contacto con sus cuidadores o con personal desconocido, como personal científico o visitantes.

Los lobos fueron alimentados con cadáveres de ciervos, cerdo, conejo o pollo tres o cuatro veces por semana, mientras que los perros fueron alimentados diariamente con el alimento seco The Good Stuff enriquecido regularmente con pequeños trozos de ciervo, cerdo, conejo o pollo para que la alimentación del lobo y el perro fuera lo más similar posible. Todos los animales también recibieron entrenamiento veterinario y de obediencia desde que eran cachorros y participaron en varias pruebas de comportamiento de forma diaria o semanal.
Tras este año de trabajo se observó “que los perros buscaban comida y se sentaban con más frecuencia que los lobos, que trotaban, caminaban, se paraban, se tumbaban en el suelo, descansaban y dormían más que los perros”, matizan.
La presencia humana tuvo un efecto diferente en unos y otros: los perros respondieron fuertemente a la presencia de humanos y fueron más activos, mientras que los lobos aparentemente respondieron menos que los perros a la presencia de humanos”.

(Páginas 20 y 21)

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